1932 el año que ardió la iglesia de San Jorge
1932 el año que ardió la iglesia de San Jorge
Este 18 de enero se cumplirán 90 años de este suceso que ocurrió en nuestro pueblo en 1932.
Ese día, en el kiosko central del parque, se celebró un mitin organizado por las clases obreras y republicanas de los pueblos cercanos como protesta por los hechos ocurridos el día anterior en Bilbao, en el enfrentamiento producido entre tradicionalistas y republicanos, en el que murieron tres de estos últimos.
En dicho mitin, tenían que hacer uso de la palabra Valentín García por los republicanos, Felipe Peraira por el Partido Comunista, Saturnino Aranzaer por la C.N.T. y Tomas Sanchez por el Centro de Sociedades Obreras de la U.G.T.
Comenzó a las 4 de la tarde. Hablaron los dos primeros sin haber ningún tipo de incidente, pero al empezar a hablar el representante de la Confederación sonaron dos disparos.
En un primer instante se produjo un gran revuelo. En el mitin había cerca de 4.000 personas y la gente empezó a correr en todas las direcciones.
El autor de los disparos fue un tradicionalista llamado Alfredo Ferry Calpe, capitán de infantería retirado que perteneció al cuerpo de guardia del Fuerte del monte Serantes y que en aquel momento trabajaba de Inspector en la Compañía del Tranvía Eléctrico Bilbao-Santurce.
El Sr. Ferry huyó perseguido por numerosos asistentes al mitin y se refugió en su casa, en el tercer piso del n°14 de la Avd. Murrieta, donde estaba la confitería del Sr. Mendizabal, y desde allí siguió disparando.
Mientras que una parte del grupo perseguidor respondía con más disparos, otra parte se dirigió al surtidor de gasolina que estaba al lado, donde hoy en día está la zona peatonal del parque, más o menos donde esta la figura de bronce del niño pescando con el perro, para coger gasolina con la intención de quemar la casa, pero en el último momento se echaron atrás al darse cuenta de que se trataba de una casa de vecindad y decidieron hacerlo con la Iglesia.
Rociaron la puerta con gasolina y la prendieron fuego. Eso causó que se quemará el tímpano de madera que coronaba la entrada de la iglesia, colocado allí a principios del siglo XX, y que actualmente se encuentra, muy deteriorado, en el Museo Diocesano de Arte Sacro de Bilbao, y el cuál, tuve la gran suerte de poderlo ver en el 2018.
Varios vecinos de las casas colindantes bajaron a la calle con mantas y lo apagaron.
Al ver esto, el grupo volvió a por mas gasolina y volvieron, y forzando la puerta de la Iglesia prendieron fuego a la parte trasera donde estaba el órgano y el coro y después el altar mayor.
La Iglesia empezó a arder.
El tiroteo aumentó.
Hubo 2 heridos de bala, Luis Barquín Arteche de 23 años, en el brazo derecho, e Ignacio Lanzagorta de 25 años, en la zona axilar , los 2 de Santurce.
Fueron llevados a casa del Doctor Gorostiza, padre del famoso futbolista Guillermo Gorostiza «bala roja».
El primer teniente-alcalde llamó al alcalde Anacleto de Unzueta, que se encontraba en Bilbao en el funeral de los muertos en el suceso del día anterior, para contarle lo sucedido, y este, a su vez, se lo comunicó al gobernador, el cual mandó a la Guardia Civil y a los servicios de incendios.
Una vez apagado el incendio, se hizo recuento de las pérdidas causadas.
Quedó totalmente destruido el altar mayor, instalado en 1887, compuesto de varios cuerpos, el central, dedicado a la Virgen del Carmen y los otros a San Jorge, a la Milagrosa y al Corazón de Jesus.
También se quemó el Tabernáculo que contenía preciosos objetos de culto.
En el órgano los destrozos fueron enormes.
Entre los escombros se encontró un cáliz intacto y otro retorcido por el calor.
La perdida más sensible fue la venerada y queridisima Virgen del Carmen, talla de madera, muy antigua y de gran valor que fue traída del extinguido Convento de las Carmelitas del Desierto de Sestao en el año 1841. Por tanto, ni la que está actualmente en el altar mayor, ni la que se saca en procesión todos los 16 de Julio por el Abra, son la primera que hubo, la original.
Se dio la circustancia de que el párroco de la Iglesia, Don Jenaro Oraa, se encontraba enfermo y en cama, con una afección cardiaca y no se le dijo nada de lo ocurrido por el temor de que el impacto de la noticia le causara la muerte.
FIN