Este pequeño «trabajo» que he hecho es diferente a todos los demás. Los otros son de investigación. Busco datos (nombres, acontecimientos, fechas etc) en distintos lugares de la red (hemerotecas, webs, blogs, etc),en libros, preguntando a la gente del barrio y conocidos etc…. Este lo he vaciado de todos esos datos y lo he llenado de sentimientos.
Creo que por este motivo me ha costado hacerlo más de lo normal. La falta de costumbre. A ver que os parece. Con 2 fotos de Juantxu Perfecto intenté unirlas para conseguir una visión más amplia. Para ser la primera vez que hago algo así no quedó tan mal.
Este pequeño entretenimiento me hizo recordar esos maravillosos años de mi juventud en Las Vegas. Para mi el mejor lugar del mundo en aquella época. Después de tanto tiempo me entraron ganas de volver y ver como estaba todo aquello.Al día siguiente me decidí y marche para allí. ¡¡Maldito el día!!
Mi viaje a lo que era Las Vegas en Santurtzi
Una vez en marcha, al llegar a la explanada de arriba de Las Vegas, pegada a la carretera general, intenté buscar aquel ancho camino por el que se bajaba a la empedrada playa
A duras penas encontré el inicio de un estrecho senderito que ocupaba su lugar. Estaba apunto de ser engullido por la maleza y resistía gracias a las pisadas de gente, que como yo, había vuelto allí para recordar viejos tiempos o simplemente llevados por la curiosidad.
Con mucho cuidado de no resbalarme, empecé a bajar por él sorteando la maleza y las heces que habían depositado algunas personas con el estómago flojo.
Llegué abajo. El paisaje era desolador. Estaba completamente irreconocible. ¡¡que sensación de pena y de angustia ver todo eso!!
Avancé unos metros. A mi derecha tenía la difunta playa, de frente la rampa que subía al puente, a la izquierda, pegada a la rampa, las escaleras que bajaban al camino que pasaba por debajo del puente y que llevaba a lo que llamábamos el dique pequeño.
Más a mi izquierda estaba la zona de agua de las turbinas. Actualmente llena de piedras y matojos.
Y a mi espalda el abandonado Bar Restaurante Las Vegas, con sus piscinas para los trabajadores de Iberduero. También las escaleras que bajaban al pasillo que llevaba al otro lado de las turbinas, por donde bajaban los coches desde la carretera general.
Tenía que elegir hacia donde ir. La zona de la playa estaba inaccesible. La habían rellenado hasta llegar a la altura del puente para continuar la carretera. Por allí nada.
La rampa que subía al puente la habían añadido otra cuña formando un muro para que nadie pudiera subir. Por allí tampoco.
Lo siguiente era bajar por las escaleras y pasar por debajo del puente para llegar al dique pequeño.
Había paso, así que no me lo pensé 2 veces. Cuando cruzaba por debajo del puente, intenté hacer un esfuerzo para recordar como estaba aquello 25 años atras.
Llegué hasta el final y me topé con las vias del tren. Ese tren de mercancias «tan bonito» que nos pasa de vez en cuando por medio de Santurtzi.
Ni restos del dique pequeño, solamente parte del muro en el que apenas se podía leer un escrito que yo recordaba perfectamente «ABRA DEFENDA DESAGUN«.
No os digo que casi me pongo a llorar porque me da verguenza.
Ese escrito junto con el logotipo, resisten el paso del tiempo como monumento y símbolo de aquellos años de lucha por la defensa de nuestra costa.
Me giré hacia la izquierda y vi la zona central del puente desde donde nos tirábamos al agua.
Ahora había un quitamiedos de hormigón, pero antes era una barandilla de hierro que teníamos que sortear para tirarnos al agua. ¡¡cuantas veces habré saltado desde allí!! ¡¡que incoscientes eramos de jóvenes!! ¡¡con el peligro que tenía aquello!!.
Si veo a uno de mis hijos hacer eso me da algo.
Incapaz de seguir hacia delante, volví sobre mis pasos.
Después de salir de debajo del puente me dirigí a las escaleras y bajé a la zona del pasillo de las turbinas.
Recorrí el pasillo y fuí al otro lado
Por aquella parte bajaban los coches desde la general y pasaban por debajo del puente para ir a lo que llamábamos el dique grande.
Ahora sería imposible.
Habían rellenado el suelo y la altura contra el puente era muy pequeña. Una persona tenía que agacharse mucho para poder pasar.
La poca altura y el mucho barro me hicieron desistir en mis ganas de pasar al otro lado. Así que, ya completamente deprimido, decidí marcharme. Antes, una última mirada atrás.
Empecé a subir por el acceso por el que antiguamente bajaban los coches desde la carretera.
Mientras marchaba para casa, sentía un malestar en el estómago.
Sentía que no tenía que haber venido. Sentía que me tenía que haber quedado solo con aquel recuerdo que perduraba en mi cabeza.
Quiero terminar con esta foto de mi juventud, en la que fui feliz en aquel lugar llamado Las Vegas.
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Desde Santurce a Bilbao vengo por toda la orilla, con la falda remangada luciendo la pantorrilla. Vengo deprisa y corriendo, porque me aprieta el corsé, voy gritando por las calles, quién compra, sardinas frescué…